Después de la esterilización, las hormonas sexuales de una gata no se produce de la misma manera. En consecuencia, el comportamiento de la gata puede cambiar. A continuación se detallan algunos de estos cambios:
Cambios hormonales: después de la esterilización, las hormonas sexuales de una gata no se produce de la misma manera. En consecuencia, el comportamiento de la gata puede cambiar. A continuación se detallan algunos de estos cambios:
Cambios en el comportamiento: esterilizar a una gata puede reducir o eliminar el celo y, por lo tanto, los comportamientos asociados con él, como el aullido y el rascado. También puede reducir la agresión entre hembras y los intentos de huida de los machos.
La esterilización de una gata es un procedimiento quirúrgico relativamente sencillo y muy común. Aunque puede haber algunos efectos secundarios, por lo general, las gatas se recuperan bien y no presentan ningún problema de salud a largo plazo.
Después de la esterilización, es normal que la gata se sienta un poco cansada y tenga algunos dolores. Sin embargo, este malestar generalmente es muy leve y desaparece en uno o dos días. Algunas gatas pueden necesitar un poco de tiempo para acostumbrarse a su nuevo cuerpo y, por lo tanto, pueden estar un poco más irritables de lo habitual.
En general, la esterilización no tiene un gran impacto en el comportamiento de las gatas. A veces, pueden ser un poco menos activas, pero por lo general se recuperan rápidamente y vuelven a ser las mismas de antes.
La esterilización de una gata es un procedimiento médico relativamente sencillo que se realiza para prevenir el embarazo. Se trata de una intervención quirúrgica a la que se someten miles de gatas cada año, y que supone un gran beneficio para la salud de estos animales.
Después de someterse a una esterilización, es recomendable que la gata descanse unos días para que se recupere del procedimiento. Aunque cada caso es único y es recomendable que siempre se siga el consejo del veterinario, en general se estima que una gata debe permanecer en reposo durante unos cinco o seis días.
En el primer día después de la esterilización, la gata deberá permanecer en casa. Se le debe dar de comer y beber con normalidad, aunque es posible que tenga poco apetito. También es probable que tenga un poco de vómitos, aunque esto es normal y no debe preocuparse.
A partir del segundo día, la gata puede empezar a moverse un poco más. Es importante que no haga ejercicio intenso durante los primeros días, pero puede dar unos paseos tranquilos por la casa. A partir del quinto o sexto día, la gata ya puede volver a hacer ejercicio normalmente.
La esterilización de una gata es un procedimiento muy seguro y, si se siguen las recomendaciones del veterinario, la recuperación debería ser muy sencilla. En caso de que la gata muestre signos de incomodidad o dolor, o si no parece estar mejorando, es recomendable que acuda al veterinario lo antes posible.
Es muy importante controlar el dolor de tu gata después de esterilizarla, ya que una gata en dolor puede ser muy estresada y esto puede complicar la recuperación. A continuación te explicamos algunos signos que indicarán que tu gata está en dolor:
1. Cambio en el humor: si tu gata está más agitada de lo habitual o si por el contrario se muestra más tranquila y apática, puede ser un indicio de que está en dolor. También puede que no quiera comer o que tenga diarrea, todo esto puede deberse al estrés y al dolor que siente.
2. Postura: una gata en dolor puede adoptar una postura rígida o forzar el cuerpo hacia un lado para no mover el lugar en el que siente dolor. También puede que no quiera estar en contacto con nadie, que se aleje de sus compañeros de juego o que no quiera salir de su caja de arena.
3. Respiración: si observas que tu gata está respirando de forma más rápida o profunda de lo habitual, puede ser un indicio de que está en dolor. También puede que haga ruidos respiratorios como jadeos o quejidos.
4. Micción: una gata en dolor puede orinar con más frecuencia de lo habitual o tener dificultades para orinar. También puede dejar de hacerlo por completo.
5. Movimientos: una gata en dolor puede moverse de forma más lenta y cautelosa de lo habitual. También puede que no quiera moverse en absoluto o que se quede en una posición rígida.
6. Vocalizaciones: una gata en dolor puede emitir gemidos, quejidos o maullidos más fuertes de lo habitual. También puede que no emita ningún sonido.
7. Temperatura: si la temperatura de tu gata está por encima de lo normal, puede ser un indicio de que está en dolor. También puede que tenga la piel fría o pegajosa al tacto.
8. Pulso: si el pulso de tu gata está aumentado, puede ser un indicio de que está en dolor. También puede que tenga la piel del cuello o del abdomen más caliente de lo habitual.
9. Gesticulaciones: una gata en dolor puede rascarse o morderse el lugar en el que siente dolor. También puede que se rasque con más frecuencia de lo habitual o que tenga la piel irritada en el lugar en el que siente dolor.
10. Ojos: una gata en dolor puede tener los ojos llorosos o enrojecidos. También puede que tenga las pupilas dilatadas o que tenga dificultades para abrir los ojos.
Si observas cualquiera de estos signos, lleva a tu gata al veterinario lo antes posible. Él o ella podrán diagnosticar el problema y prescribir el tratamiento adecuado.