Las gatas alcanzan la madurez sexual a los 4 o 5 meses de edad. Las hembras inician su primer celo, o estro, a esa edad, y puede durar de 2 a 3 días o más. Durante este tiempo, la gata estará más sensible y receptiva al acercamiento sexual. En otras palabras, estará "en calor".
El celo se caracteriza por un aumento en el tono y la frecuencia del maullido, así como un aumento en el ronroneo. La gata también puede estar más inquieta y mecerse contra objetos, y a menudo se frotará contra las piernas de las personas. También puede lamerse excesivamente y rascarse con más frecuencia. Algunas gatas pueden orinarse fuera de su caja de arena durante este tiempo.
Algunas gatas pueden tener un comportamiento más agresivo durante el celo, mordisqueando y arañando a las personas. Es importante proporcionar una caja de arena adicional durante este tiempo, ya que la gata estará orinando con más frecuencia. También es importante proporcionar juguetes para que la gata pueda desahogar su energía. Los gatos no necesitan ser esterilizados o castrados para evitar el celo, pero si no se desea que la gata tenga cría, estos procedimientos pueden ser necesarios.
Una gata normalmente entra en su primer celo a los 6-10 meses de edad. Sin embargo, algunas gatas pueden alcanzar el celo mucho antes, a los 4 meses de edad o incluso menos. Otras gatas, especialmente las que son alimentadas con comida para gatos de alta calidad, pueden no entrar en su primer celo hasta los 12-18 meses de edad.
¿Qué es el celo?
El celo es el período de tiempo en el que una gata está fértil y puede concebir. Durante el celo, la gata estará más activa, moverá la cola con más frecuencia y puede incluso mecerla de un lado a otro. También puede lamerse más, arañarse y maullar con más frecuencia. Algunas gatas incluso pueden perder el apetito.
El primer celo de una gata dura unos 3 a 7 días. A partir de los 3 años de edad, una gata normalmente entrará en celo cada 2 a 3 semanas durante la temporada de apareamiento, que va de mediados de enero a mediados de septiembre. Sin embargo, algunas gatas pueden estar en celo durante todo el año.
Un celo puede ser fácil de detectar en algunas gatas, pero en otras puede ser más difícil. Algunas gatas se vuelven más cariñosas y juguetonas, o pueden maullar o gemir con más frecuencia. Otras gatas pueden orinar fuera de su arenero o lamerse más de lo habitual.
Cuando una gata está en celo, le gustará que le acaricien la barriga. Si no se le presta atención, puede arañar o morder. Muchas gatas también pierden el apetito durante el celo.
El celo no es una enfermedad, pero si una gata no está apareada, puede estresarse. Si una gata no está en buen estado físico, el estrés del celo puede ser muy perjudicial para ella. Es importante que una gata en celo tenga una dieta equilibrada y nutritiva para mantener su energía y su salud.
Las gatas empiezan a tener celos aproximadamente a los 4 o 5 meses de edad. Sin embargo, no se les aconseja que se críen a las gatas en estado de celo hasta que no hayan alcanzado la madurez, que suele ser a los 12 o 18 meses. El celo en las gatas dura aproximadamente 3 semanas, aunque puede durar más o menos en función de la raza, el estado de salud y otros factores.
En estado de celo, las gatas pueden estar más agresivas y más maulladoras de lo habitual. También pueden llegar a mezclar su orina con el resto de orina de otros gatos, lo cual es una forma de marcar su territorio. Otra característica del celo en las gatas es que se frotan mucho contra las cosas y las personas.
Por lo general, las gatas en celo no necesitan atención especial, pero sí es importante que tengan un buen acceso a la comida y a un lugar tranquilo donde poder descansar. Si la gata está en celo y no puede salir de casa, es importante que tenga un buen rascador para que pueda frotarse y que tenga una cama suave y cálida en la que dormir.