Los gatos en celo sufren una serie de síntomas que les resultan muy molestos. Durante este período, las gatas se vuelven más agresivas, maullan constantemente y se rascan más de lo habitual. También pueden orinar fuera de la litera y tener comportamientos extraños, como subirse a los muebles o lamerse excesivamente.
Los gatos en celo no necesariamente necesitan estar en contacto con un macho para que los síntomas sean evidentes. De hecho, muchas gatas celosas no tienen ningún contacto con gatos machos, ya que viven en apartamentos o en áreas urbanas donde no hay muchos gatos. Sin embargo, estar en contacto con un gato macho puede agravar los síntomas, ya que la gata puede oler el olor del macho y estar más excitada.
Afortunadamente, los síntomas del celo suelen desaparecer después de unas semanas, y las gatas vuelven a la normalidad. Sin embargo, si los síntomas persisten o son muy graves, es posible que la gata necesite tratamiento médico. En algunos casos, el veterinario puede recetar hormonas para ayudar a calmar a la gata y aliviar sus síntomas.
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