Los gatos tienen una marcada sensibilidad en sus orejas, que les permite orientarse con gran precisión, incluso en la oscuridad. Cada oreja está formada por tres partes: el lóbulo, el tragus y el antitragus.
Lóbulo: es la parte más grande de la oreja y se sitúa en la parte superior. Tragus: es una protuberancia carnosa que se encuentra en la entrada de la oreja. Antitragus: es una protuberancia carnosa que se encuentra en la parte posterior de la oreja.
Los gatos tienen una gran capacidad para mover sus orejas de forma independiente. Cada oreja puede moverse hasta 180 grados, lo que les permite captar sonidos en un rango muy amplio. La capacidad de movimiento de las orejas también les ayuda a mantener el equilibrio.
La forma de las orejas de los gatos también les ayuda a localizar sonidos. Los gatos tienen unos lóbulos muy grandes y unos tragus muy pequeños. Esto les permite captar los sonidos en un rango muy amplio, lo que les ayuda a localizar a sus presas o a otros gatos.
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