Los gatos son muy ágiles y tienen un instinto natural de protección, por lo que a menudo se les ve saltar o caer de grandes alturas sin resultar heridos. Sin embargo, esto no significa que no puedan lastimarse. Los gatos son susceptibles a fracturas óseas, esguinces y luxaciones, así como a contusiones y heridas internas.
Los gatos tienen muchos huesos pequeños y delicados, por lo que las fracturas son relativamente comunes. La mayoría de las fracturas ocurren en las extremidades, especialmente en las patas traseras. Las fracturas pueden ser simples, con un solo hueso roto, o compuestas, con dos o más huesos rotos. Las fracturas simples suelen ser más fáciles de tratar y tienen una mejor prognosis que las fracturas compuestas.
Los esguinces y las luxaciones ocurren cuando los ligamentos o las articulaciones se dislocan de su posición normal. Esto puede ser muy doloroso para el gato y puede requerir cirugía para corregir la articulación.
Las contusiones se producen cuando los tejidos blandos se comprimen o se estiran de manera brusca. Los gatos pueden sufrir contusiones en cualquier parte del cuerpo, pero las más comunes ocurren en las extremidades.
Las heridas internas se producen cuando los órganos se dañan o se lesionan. Los gatos pueden sufrir heridas internas por una caída o un impacto, o por ser pisoteados o aplastados. Las heridas internas pueden ser muy graves y pueden requerir cirugía inmediata para reparar los órganos dañados.
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