El gato es un animal que requiere de atención veterinaria regular, y una de las pruebas de diagnóstico más comunes es la extracción de sangre. Aunque puede parecer intimidante, esta práctica es relativamente sencilla y segura, y es esencial para mantener la salud del gato. Aquí te explicamos cómo se realiza una extracción de sangre en un gato.
La extracción de sangre en un gato se realiza con una jeringa y una aguja especiales, llamadas agujas de butterfly. La aguja se introduce en el cuerpo del gato en una zona con poca cantidad de tejido, como la patita o la oreja. Luego, se extrae una pequeña cantidad de sangre y se depositan en un tubo de ensayo o una tarjeta de prueba. La sangre se analiza en un laboratorio para detectar cualquier enfermedad o condición subyacente.
Después de la extracción de sangre, se aplica una gasa estéril en el sitio de punción. El gato puede tener un poco de sangrado, pero esto es normal. El veterinario o el técnico le darán instrucciones sobre cómo cuidar el sitio de la punción y si es necesario, recetarán antibióticos u otros medicamentos. El gato debe ser observado de cerca después de la extracción de sangre para asegurarse de que no haya complicaciones.
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