Los gatos son animales de gestación relativamente corta. El embarazo de una gata dura de 63 a 67 días, aproximadamente 2 meses. Si bien es cierto que algunas gatas pueden tener un embarazo un poco más largo o uno un poco más corto, la mayoría de los embarazos de gato ocurren dentro de este rango de tiempo.
La duración del embarazo de una gata primeriza es un poco más larga que la de una gata que ya ha tenido cachorros. Una gata que es una madre primeriza puede tener un embarazo de 70 a 72 días de duración. Después de que una gata ha tenido cachorros, sus embarazos suelen durar un poco menos, de 64 a 66 días.
Algunos factores pueden hacer que el embarazo dure más o menos tiempo. Si una gata está en muy buena forma física y es muy sana, es probable que tenga un embarazo más corto. Una gata que no está en tan buena forma y no es tan sana puede tener un embarazo un poco más largo. También se ha demostrado que el número de gatitos que está gestando una gata afecta la duración del embarazo. Si una gata está gestando un gran número de gatitos, es probable que su embarazo dure un poco más que si estuviera gestando un número más pequeño de gatitos.
En general, el embarazo de una gata es un proceso relativamente breve, aunque puede variar un poco según la gata y las circunstancias.
Existen varias maneras de saber si tu gata está a punto de dar a luz. Algunas de las señales que indican que el parto está próximo son:
Si notas alguna de estas señales, ponte en contacto con tu veterinario para que te aconseje sobre el mejor momento para llevar a tu gata al hospital. El parto suele durar unas 4 o 5 horas, pero si tienes alguna duda o preocupación, llama al veterinario.
Una gata que está a punto de dar a luz necesitará cuidado y atención especiales. A continuación se presentan algunos consejos para ayudarla durante el proceso de parto:
Si tiene alguna pregunta o problema durante el parto, no dude en llamar a su veterinario. Ellos pueden darle más consejos y ayudarle a resolver cualquier problema.
Las gatas embarazadas pueden tener un comportamiento muy distinto al de una gata no embarazada. A menudo, las gatas embarazadas se vuelven mucho más cariñosas y apegadas a sus dueños, y pueden llegar a ser bastante protectoras. También pueden volverse más juguetonas y alegres, y pasar más tiempo ronroneando. Algunas gatas embarazadas también pueden volverse un poco más agresivas, especialmente si sienten que están siendo amenazadas.
A medida que avanza el embarazo, las gatas embarazadas pueden volverse cada vez más sedentarias, y pueden llegar a dormir una cantidad excesiva. También pueden perder el apetito o tener problemas para comer, y pueden llegar a tener náuseas o vómitos. Algunas gatas embarazadas también experimentan cambios hormonales, lo que puede hacer que se vuelvan más nerviosas o irritables.
En el último mes de embarazo, las gatas embarazadas pueden empezar a buscar un lugar seguro y cómodo para tener sus bebés. Pueden empezar a arañar muebles o paredes, o incluso a cavar en la tierra. También pueden llegar a ser bastante protectoras de su territorio, y pueden ser bastante agresivas si sienten que están siendo amenazadas. Una vez que los gatitos nacen, las gatas embarazadas pueden volverse bastante protectoras y cariñosas con ellos, y pueden llegar a ser bastante possessivas.