Los testículos de un gato bebé son muy pequeños y están en el abdomen, justo debajo de las costillas. Son de color blanco o gris y no se pueden ver a simple vista. Si se levanta la piel del abdomen, se pueden ver con un poco de atención. Los testículos de un gato bebé son muy sensibles, por lo que es importante manejarlos con cuidado.
En muchas ocasiones, cuando acariciamos a nuestro gato, notamos que tiene los testículos bien visibles. Aunque no es algo que solemos prestar mucha atención, es importante conocer cuándo es normal que se le vean los testículos al gato y cuándo no.
Los testículos del gato tienen una función muy importante: producir los espermatozoides para que el gato pueda reproducirse. En los machos, los testículos están situados en el interior del abdomen, justo detrás de los riñones. Están unidos al cuerpo mediante unos cordones llamados cordones espermáticos.
Aunque cada gato es un mundo y puede haber excepciones, en general, es normal que los testículos del gato estén bien visibles a partir de los 4-6 meses de edad. A esta edad, ya están completamente desarrollados y producen espermatozoides de forma regular.
Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, un testículo puede estar más retraído que el otro. Esto es normal y no tiene por qué ser motivo de alarma, aunque siempre es recomendable que lo consultes con el veterinario.
Por otro lado, si observamos que un testículo del gato está muy inflamado o que no está bien descansado en el escroto, es posible que esté enfermo y debamos acudir al veterinario lo antes posible.
En cualquier caso, si notas cualquier anomalía en los testículos de tu gato, lo mejor es que acudas al veterinario para descartar cualquier problema de salud.
Los gatos machos tienen dos testículos que se encuentran en el interior del abdomen. Los testículos segregan esperma y producen hormonas masculinas, como la testosterona. En la mayoría de los gatos, los testículos descendieron al escroto justo antes de nacer, aunque a veces pueden no descender hasta que el gato sea un adulto. Los gatos que no tienen los testículos en el escroto se llaman "cryptorquídicos".
Dado que los testículos están en el abdomen, no es posible detectarlos visualmente. Sin embargo, si sospecha que su gato puede ser cryptorquídico, debe llevarlo al veterinario para un diagnóstico y tratamiento. Los gatos cryptorquídicos no pueden reproducirse, pero en la mayoría de los casos, el tratamiento quirúrgico puede corregir el problema.