La castración de un gato puede tener un gran impacto en su comportamiento. Aunque esto puede variar de un gato a otro, la castración suele tener un efecto calming en los gatos machos. Esto se debe a que se reduce la producción de hormonas masculinas, lo que a su vez disminuye la agresividad y el deseo de marcar el territorio. Como resultado, los gatos castrados son menos propensos a luchar con otros gatos y a marcar su territorio mediante el orinado. La castración también puede ayudar a disminuir el aullido y el meow prolongado, que a menudo son molestos para los propietarios de gatos.
Otro beneficio de la castración es que puede ayudar a evitar el abandono de los gatos. Los gatos no castrados son mucho más propensos a escapar de sus hogares en busca de hembras en celo. Si bien esto puede parecer romántico, el abandono de los gatos es una seria problema de salud pública. Los gatos que escapan de sus hogares tienen una mayor probabilidad de ser atacados por otros animales, enfermarse o, peor aún, ser atropellados por un coche.
La castración también es una forma efectiva de controlar la población de gatos. Según The Humane Society of the United States, hay más de 70 millones de gatos domésticos en los Estados Unidos, y solo el 30 por ciento de ellos son adoptados desde los refugios de animales. Los gatos no castrados son la principal causa de esta enorme cantidad de gatos, ya que pueden tener litters de hasta cinco o seis cachorros cada pocos meses. La castración puede ayudar a reducir significativamente el número de gatos abandonados, y en última instancia, puede ayudar a reducir el número de gatos en los refugios de animales.